La discriminación religiosa institucionalizada conforma una matriz de significados desde la cual es interpretada y re-significada toda práctica social. Este horizonte de significación, casi invisible a nivel de la conformación y uso del sentido común, convierte a la discriminación religiosa en un fenómeno social persistente y complejo. El menoscabo en el goce de ciertas libertades fundamentales, entre los cuales es necesario ubicar a la libertad religiosa, resulta especialmente significativo para las minorías religiosas, quienes son más propensas a ser objeto de prácticas sociales discriminatorias en virtud de su condición de subordinación frente a la existencia de una confesión o religión dominante.