La reflexión giddensiana sobre los problemas epistemológicos y culturales de la sociología contemporánea, comienza con una interpretación de la modernidad que pretende corregir las definiciones clásicas. Para hacerlo, encara una exhaustiva revisión del herramental teórico que abarca la noción misma de modernidad –un término polisémico que funda toda una familia conceptual de uso corriente en el campo–, sigue con el objeto de estudio del que se ocuparon y se ocupan las ciencias sociales, y avanza hacia las nociones de tiempo y espacio. La voluntad revisionista se plasma en un recorrido que busca detectar los defectos de las posiciones sociológicas establecidas, afirmaciones que reúne en la noción de “consenso ortodoxo” y que analiza en sus diversos niveles. Su elemento distintivo consiste en aceptar que tanto académicos como intelectuales deberían tomar conciencia de que sus descubrimientos y enunciados son materia de interrogación por parte de los agentes sociales. En este marco, el presente escrito indaga aquellas dimensiones que, en el contexto de la radicalización de la modernidad tal como Giddens la entiende, dan forma al postulado según el cual la diferenciación constituye un concepto anacrónico que no da cuenta de los rasgos sustantivos de una sociedad que ha alcanzado el punto culminante de sus manifestaciones y el grado más amplio de universalización de sus principios institucionales. Se analizan algunas facetas opacas y equívocas del concepto y se las compara con la formulación de Talcott Parsons, especialmente con los conceptos de ascenso por diferenciación y cambio evolutivo