En el marco de la globalización y del apogeo del neoliberalismo, Argentina y Chile implementaron medidas de desregulación energética extremas. La liberalización del sector y la entrada de grandes actores extranjeros promovieron la transnacionalización de las redes de los países del Cono Sur, hasta entonces prácticamente independientes y rivales. Entre Argentina y Chile, se construyeron una decena de obras binacionales de interconexión, que justificaron la implantación de otros proyectos energéticos y productivos, así como también motivaron cambios en el abastecimiento local. Con la integración regional se potenciaron complementariedades territoriales y nacionales; pero las interdependencias creadas suscitaron conflictos a distintos niveles, entre diversos actores, en los territorios y para los Estados. Estos cambios han modificado las relaciones entre las sociedades y los espacios, favoreciendo la emergencia de nuevas territorialidades. Esta presentación ilustrará esos procesos de cambio y reconfiguraciones operados en las regiones del Sur y el Norte argentino chilenos, ricos en recursos naturales y escasamente poblados. Allí inversores mayores -aprovechando los nuevos cuadros institucionales y en función de sus intereses comerciales- desarrollaron proyectos por los cuales Argentina pasaría a vender el gas, los derivados y la electricidad que Chile necesita para sus minas e industrias. Estos acercamientos internacionales permitieron que se llegue más lejos en el camino de la integración, sobrepasando dificultades históricas y creando sinergias productivas. No obstante la falta de planificación energética en los países y los marcos legislativos blandos crearon nuevas dificultades para el desarrollo sustentable y la integración de aquellos territorios fronterizos.