Esta presentación realiza una revisión del estado del conocimiento en materia de movilidad internacional de estudiantes. La importancia de los estudios en el exterior como dimensión de la pérdida de talentos, fue señalada desde los primeros trabajos sobre el brain drain (Adams, 1968). En América Latina, estudiosos de la emigración calificada como Bernardo Houssay y Enrique Oteiza, también advertían este problema y la necesidad de conocer su dinámica. Desde mitad de la década de 1970 se manifiesta un aumento constante de estudiantes internacionales. Los trabajos sobre movilidad altamente calificada concibieron a estos flujos como una de sus principales manifestaciones, combinando su medición cuantitativa, con la evaluación de oportunidades y amenazas, y medidas para su regulación (UNCTAD, 1972; Bhagwati, 1972). En el contexto de internacionalización del conocimiento, las redes institucionales de vinculación y el fomento de programas de movilidad de universitarios, incidieron en que para el abordaje del fenómeno se utilizaran los enfoques sobre los impactos benéficos de la “circulación”, “intercambio” y “diáspora” de cerebros (Casey et. al, 2001; Meyer y Brown, 1999). A pesar de estas concepciones, actualmente están retornando los temas del paradigma de fuga de cerebros. Desde la perspectiva de los países emergentes, la preocupación es que estos movimientos deriven en una emigración sin un retorno o transferencia equivalente. Esto lleva a pensar que formas de movilidad pueden estar conviviendo con una “fuga”. Por todo esto, el recorrido analítico, permitirá conocer los marcos conceptuales que sirvieron de fundamento para explicar el fenómeno y sus condiciones de sustento.