Las “memorias” que despierta lo que de un modo amplio llamaríamos el kirchnerismo provienen en gran medida de una experiencia frustrada, que se ha cubierto de múltiples vestiduras: el proyecto revolucionario que insufló vida a organizaciones políticas y político-militares en la década del setenta. Pero esta filiación tergiversa lo que el kirchnerismo ha de hecho efectuado: el kirchnerismo no es ni se arroga ínfulas revolucionarias. De algún modo su proyecto se ubica, precisamente, más allá de esos aires revolucionarios que sí esgrimen otros movimientos latinoamericanos contemporáneos. Lo que en nuestra interpretación hace, sí, el kirchnerismo es una refundación de la política, una resignificación tal de las prácticas políticas que hasta permite pensar desde una nueva perspectiva todo lo vivido desde la recuperación democrática en adelante: el alfonsinismo, el menemismo y las diversas alternativas políticas frente a la crisis del 2001. Trataré de pensar en esta ponencia estos “aportes” que enriquecen y complejizan los campos político y político-intelectual.