Nuestra comunicación se centra en la informalidad, haciendo énfasis en la de tipo laboral. Son múltiples los intentos por definir este tipo de economía desde analizar sectores económicos hasta los sistemas económicos diferenciados donde se entremezclan actividades formales e informales, sin embargo, el proceso para identificarla es aún complejo. La evidencia empírica nos ha permitido darle un giro a la lectura sobre este fenómeno, y percibir que, en los países con economías desarrolladas, como la española, con cada reforma laboral se institucionalizan características de la informalidad precaria en la relación laboral. Aunque este documento hace énfasis en la reforma laboral española del año 2012, una lectura histórica de cada una de las reformas realizadas en democracia refuerzan las diferencias entre los actores del mercado laboral: por un lado, la parte contratante se ve menos limitado normativamente para beneficiarse de la fuerza de trabajo, obteniendo amparo legal para ampliar sus resultados económicos, en muchos casos, ya positivos; mientras que, por el otro, para el colectivo de trabajadores estas transformaciones legales cada vez limitan su capacidad de mantener umbrales de rentabilidad, marcados por el aumento del índice de pobreza en muchos casos bajo límites de supervivencia. De esta manera, poner en evidencia dimensiones (y consecuencias) éticas, políticas, económicas y sociales de esta institucionalidad informal precaria se hacen indispensables en este nuevo panorama económicamente mudable pues cada vez más se flexibilizan las condiciones de entrada, salida y mantenimiento en el mercado laboral.