La denominada “cuarta revolución industrial” se manifiesta actualmente en el auge de nuevas tecnologías que están modificando el modo de trabajar y comercializar. El surgimiento de la denominada \"economía colaborativa\", “economía digital” o “economía GIG” de la mano de plataformas digitales representa un capítulo más de esta particular transformación. Mientras, por un lado, organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo o el Foro Económico Mundial propician el fortalecimiento de estas nuevas actividades económicas debido a su dinamismo, la mejora de la competitividad y la generación de nuevos puestos de trabajo e ingresos; por otro lado, el alto nivel de informalidad laboral y la competencia con sectores tradicionales de la economía, han despertado polémicas en torno al tipo de regulación que requieren, especialmente en el ámbito de las relaciones laborales. Lejos de las tesis del “fin del trabajo” de algunos teóricos sociales durante la década de los ’90 (Gorz, Rifkin), la “plataformización del trabajo” impone relaciones laborales difusas, representando un nuevo estadio en la flexibilización laboral bajo un modelo de acumulación neoliberal. La reactualización del capitalismo bajo la forma de la “economía GIG” puede, sin embargo, representar también una oportunidad para generar formas asociativas que incluya a los trabajadores en clave de derechos.