Los dos grandes procesos que posibilitaron un salto cuantitativo de la producción agrícola en el país fueron las llamadas “Revolución Verde” a partir de 1940 y la “Bio revolución” a partir de 1990. Como consecuencias de estos procesos, las décadas que le precedieron fueron de gran crecimiento económico. Pero ni aún con estos fuertes períodos de crecimiento la economía argentina ha logrado atenuar las caídas cíclicas que ha mostrado el sistema capitalista mundial durante el siglo XX. Si bien estos temas han sido tratados anteriormente, pocos historiadores han incorporado a su análisis las consecuencias directas e indirectas que este modelo productivo ha tenido sobre el medio ambiente y la sociedad. A partir de la aceptación de la imposibilidad de reemplazar agentes de transformación (trabajo y capital) por agentes a transformar (recursos naturales) dentro del ámbito académico, se ha ido tomando conciencia en el ámbito político de la necesidad de un marco regulatorio que posibilite una transición hacia un desarrollo sustentable. Pero el análisis histórico nos permite afirmar que nunca los intereses económicos se han mostrado tan dominantes sobre los intereses políticos como en el presente. Prueba de esto es que casi ningún país de la región cuenta con una política científico – técnica para un desarrollo sustentable. Uno de las bases de este análisis será determinar las premisas bajo las que debiera cimentarse un nuevo modelo productivo. Entender el rol histórico de Argentina, y de la región, en el mercado mundial de bienes permitirá buscar alternativas de peso dentro del sistema capitalista. O más bien, nos permitirá entender si dentro de este sistema la región puede desempeñar otro papel económico. Analizar las ventajas competitivas de la región y buscar la interacción de los distintos países para consolidar un modelo de producción alternativo que permita sostenerse en el tiempo, debieran ser los puntos básicos al momento de plantear alternativas. A través del proceso histórico mundial ningún país en desarrollo ha logrado, a partir de la exportación de recursos naturales con un bajo valor agregado, alcanzar el desarrollo pleno. Este modelo extractivo exportador ha posibilitado una sociedad caracterizada por la desigualdad. Sin embargo, para encontrar una alternativa superadora debiera tenerse en cuenta que la actividad agrícola en Argentina es altamente rentable y que la transferencia de esa rentabilidad va hacia otros sectores productivos.