El movimiento obrero mexicano surge durante el proceso de construcción de la identidad posrevolucionaria dando así grandes resultados en un esquema para integrar fuerzas, fortalecer valores y ampliar beneficios. Octavio Rodríguez Araujo considera “una extraña simbiosis que no se dio en todos los países ocurrió en el México posrevolucionario entre sindicatos y gobiernos”. La presente ponencia tiene como objeto analizar la parte del movimiento obrero que ha sido excluida de la historia oficialista: el sindicalismo reivindicativo de la clase proletaria y la contribución de Miguel Ángel Velasco de 1920 a 1940. La participación de organizaciones alternas, libres y opositoras a las medidas corporativas y clientelares de los gobiernos del maximato (1928-1934), ofrecen alternativas políticas y de organización independiente por lo que fueron reprimidas y marginadas; ejemplos de estas son Unión Gremial de Panaderos, Liga de Comunidades Agrarias, Federación Nacional Campesina, Federación de Panaderos del Estado de Veracruz, Federación de Sindicatos de la región de Córdoba y los movimientos obreros en Michoacán (Nueva Italia y Lombardía) y Nuevo León (Cámara de Trabajo Unitario) además de la formación ideológica del Partido Comunista de México. Xalapeño ilustre, se caracteriza por una constancia y una congruencia ejemplar. Velasco, trasciende las barreras de las lenguas, viaja y construye a través del mundo comunista. Al hablar de Velasco, nos referimos a un revolucionario a tiempo completo, agrarista, sindicalista, comunista de hueso colorado; en general, líder del movimiento obrero y promotor de la izquierda mexicana. Poniatowska (1999) lo define como “teóricamente anarquista y prácticamente sindicalista”. Palabras claves: identidad, obrero, sindicalismo, participación, clase, movimiento, Miguel Ángel Velasco.