Si bien la condición de “pasajero” se remonta a la creación de los medios de movilización colectivos, la entrada masiva de tranvías eléctricos, automóviles de alquiler y autobuses —principalmente durante las décadas iniciales del siglo XX— redefinieron esta noción. La capacidad, fuerza y velocidad de los vehículos motorizados, el proceso de expansión urbana y la centralidad que adquirieron los viajes en la ciudad como parte de la rutina diaria, transformaron el “ser pasajero” en una experiencia urbana fundamental. Bajo este escenario, el presente estudio indaga en torno a diversas imágenes y experiencias que fueron asociadas a través de distintos medios a la figura del pasajero “motorizado” del transporte colectivo en la ciudad de Santiago a comienzos del siglo XX. Se sostiene que la construcción social del “pasajero” como condición cotidiana de movilidad metropolitana, tiene sus bases en el surgimiento de al menos cuatro experiencias esenciales distintivas de los nuevos viajes colectivos motorizados. Éstas experiencias fueron el reconocimiento de una geografía social-urbana extensa y variada, el viaje entre extraños, la legitimación social del tiempo de viaje como tiempo perdido y finalmente la dependencia crónica del pasajero con los nuevos medios de movilización y sus operarios. A diferencia de Estados Unidos, donde los viajes particulares rápidamente desplazaron a los medios de locomoción colectiva, en Chile, “el pasajero” del transporte colectivo y las experiencias fundamentales asociadas durante estos primeros años se mantuvieron como forma predominante de movilidad urbana.