En la década del ’20 diversos espectáculos se popularizaron y masificaron, como el futbol, el teatro, los cines, cabarets y cafés. Junto con este proceso, asociado a la formación de las industrias del entretenimiento y la mayor disponibilidad de tiempo libre y capacidad de consumo en sectores subalternos- en especial en los trabajadores y cuentapropistas con mejor inserción económica- emergió un extenso entramado de asociaciones barriales, deportivas y culturales, fundamentalmente en los nuevos barrios. Además, hacia fines de esta década, se popularizó la radio como un moderno artefacto de entretenimiento, cuyo reinado se fue instalando en la sala o en el comedor de los hogares de amplios sectores sociales. El ocio porteño en los 20’ tiene también una particular especialización territorial, una ‘cartografía del ocio’, consagrando en la calle Corrientes el mítico ‘centro’, como la zona de mayor concentración de teatros y cines, cafés y restaurantes, cabarets y prostíbulos, y en los barrios los clubes sociales y deportivos. En esta cartografía del ocio en los ’20, nos interesa indagar en dos fenómenos hasta aquí apenas esbozados por la historiografía, que emergen como manifestaciones populares y juveniles: los bailes y los picnics en el río, organizados fundamentalmente en los domingos estivales. El examen de los llamados ‘Centros Sociales o Centros Recreativos’ nos permite observar una dimensión inexplorada de la manera de divertirse de los porteños en la década del ’20. Los Centros Recreativos ponen en juego formas de la sociabilidad previas, que emergen de la pre guerra, como las asociaciones; junto con prácticas sociales novedosas, explicitadas en las columnas de los diarios y revistas ‘como el mal injerto de las costumbres yanquis popularizadas por el cine’. El estudio de los domingos del verano porteño de la década del ’20 pone de relieve la emergencia de grupos juveniles de las clases populares en las calles y riberas porteñas, las nuevas condiciones que permiten una mayor intimidad entre los sexos, la consolidación de actividades al aire libre y una explosión de música y danzas que cimienta la industria discográfica y las orquestas típicas. Estas transformaciones son la cara oculta de la denominada ‘callada transformación’ social de entreguerras.