Actualmente, la incursión de los sujetos y sujetas en espacios que han sido tradicionalmente clasificados como público y/o privado, han modificado su interacción, ya no marcando explícitamente – otrora- su entrada y tránsito por uno u otro sexo. Hoy, hombres como mujeres se insertan en espacios y realizan actividades que alguna vez estuvieron proyectadas exclusivamente para alguno de los géneros. Es así como podemos advertir que los deportes y las prácticas que rodean su ejecución son realizados de igual manera, pero, en la mayoría de los casos, portando aún una implícita inequidad de visibilización y legitimación de práctica, marcadamente hacia las mujeres. Es este el caso del fútbol, pues no ha estado exento de conflictos por las inequidades que presenta al momento de posicionar y visibilizar a las mujeres dentro del campo, así como también las diversas formas de socialización y asociatividad que se presentan en torno a esta práctica deportiva. Es así que la participación de las mujeres en las hinchadas entrama conflictos y disputas internas por posicionarse dentro del campo, pues este ha estado y está concebido tradicionalmente para los hombres, en los cuales la visibilización y presencia femenina requiere legitimación mediante la disputa de ciertos capitales fundamentales.