Se propone enmarcar la metodología represiva del secuestro y desaparición de personas como núcleo central de una clausura de la representación que sirvió como garantía de la impunidad. No sólo, el ocultamiento de los restos, sino también la desinformación sobre la suerte corrida por los detenidos o la multiplicación de centros clandestinos de detención y tortura, son ejemplos de dicha clausura. La magnitud represiva y la concreción de modos inéditos de desplegar el terror limitaron fuertemente las posibilidades de reacción y resistencia. Se propone una revisión de acciones políticas y vías de reclamo por justicia y verdad que emergieron durante la última dictadura cívico-militar. En particular se hará referencia, por un lado, al surgimiento de formas novedosas de denunciar las ausencias encabezadas por organizaciones de familiares. Por otra parte, se aludirá a la experiencia de El Siluetazo en 1983, como ejemplos de modos de revertir la clausura. A fin de reconocer antecedentes de las temáticas referidas, se reseñarán eventos represivos y respuestas colectivas, ocurridas antes del último golpe. Allí es posible ubicar el fusilamiento de presos políticos conocido como la Masacre de Trelew perpetrada el 22 de agosto 1972, las reacciones políticas y las experiencias artísticas que surgieron como respuesta.