El presente trabajo se sitúa en la provincia de Córdoba, el mismo propone reflexionar sobre la construcción de los cuerpos en una trayectoria condicionada por un circuito institucional, siendo ésta una respuesta del Estado desde el control social. Cuando estos cuerpos tienen la condición de ser mujer es determinante para los mecanismos de control que se ejercen para que el Cuerpo no pueda ser un lugar de aprendizaje, de placer y de conocimiento. Se visualizan trayectorias de niñas y jóvenes que se entrecruzan a partir de un circuito de institucionalización que comienza como víctimas de abuso, maltrato y/o negligencias de los padres y/o tutores en donde se adoctrina, se corrige y se reproduce una relación disociada, fragmentada y mercantilizada de los cuerpos, con dispositivos de control caracterizados por la tecnificación, la higiene, la estética, la moral, la resistencia al dolor, entre otros. Éstas son aprendidas como matriz corporal y subjetiva configurando determinadas trayectorias que serán tipificadas como “peligrosas” siendo nuevamente intervenidas por el Estado en una institución carcelaria. Es necesario tensionar los vínculos que se establecen bajo las lógicas perversas de privación y acceso a derechos con el objetivo de generar intervenciones profesionales críticas que sean superadoras y transformadoras.