Para una buena parte de las activistas que se involucraron en las asambleas y manifestaciones que siguieron a la eclosión del movimiento 15m, aquella fue, por motivos que habría que ubicar en sus trayectorias biográficas, en la despolitización general de la sociedad civil española luego de la llegada de la democracia o en su pertenencia a generaciones extremadamente jóvenes, su primera experiencia política. Entre este último conjunto de activistas, la sensación de ruptura con una cultura de vida que confinaba lo político a la esfera de la política parlamentaria no pudo ser más abrupta, generando un vuelco subjetivo que se expresaba sobre el desconocimiento individual y el olvido social de las luchas populares del pasado. La singularidad de esta experiencia inicial hizo que, durante mucho tiempo, la renuencia a aceptar cualquier tipo de interpretación genealógica del movimiento fuera la nota predominante entre muchos de sus integrantes. Solo tras el paulatino descenso de participación en asambleas y acciones cobró forma la posibilidad de crear un Aula de Historia Social (AUS) que reinstalara en el seno del movimiento la voluntad genealógica negada con anterioridad. Desde una concepción pedagógica que aunaba posiciones críticas y procedimientos dialógicos, el AUS del 15m de León, sobre cuya breve pero intensa actividad se centrará esta ponencia, ensayó un espacio de formación política alejado del adoctrinamiento y de la lógica clásica de la concienciación.