La base de observación espacial que China esta construyendo en la Patagonia es el corolario del desarrollo, crecientemente progresivo, en las últimas dos décadas de las relaciones entre ambos países. Dicha base de observación también podría apuntarnos el carácter específico de dicha relación: a cambio de poder hacer uso del de un territorio extraordinariamente favorable para la observación espacial, estar libres de cargas impostivas, y poder tener incluso presencia militar allí, Argentina podrá hacer uso del dichas instalaciones –¡durante el 10% del tiempo útil de las mismas! ¿Es, acaso, ese el carácter general de las relaciones entre ambos países? Así como el desarrollo del transporte transatlántico posibilito que argentina sea “el granero del mundo” a finales del siglo XIX, o el uso de maquinaria obsoleta el “desarrollismo” en los años 50´, nos preguntamos como determinan las nuevas relaciones con China el proceso nacional de acumulación. Considerando que el desarrollo de tecnología es el motor del capitalista, nos preguntamos si el que está realizando China en nuestro país encierra alguna potencialidad para el desarrollo del mismo o si, por el contrario, lo reproduce como uno en el cual el capital se reproduce a contrapelo de su necesidad histórica: ya sea en base a la baratura de su fuerza de trabajo, la apropiación de la renta extraordinaria de la tierra, o, cuando no, la corrupción y los favores políticos.