Colombia fue una de las escalas del agitado calendario electoral latinoamericano 2014. Ajena al denominado “giro a la izquierda” que caracteriza el devenir político de gran parte de los países de la región desde principios del siglo XXI, allí la disputa hegemónica no ha sido favorable a los sectores populares, ni ha alcanzado, siquiera, la apariencia de un “empate hegemónico” entre las fuerzas en disputa, con sectores dominantes que acaparan el debate político y polarizaron la última elección presidencial. Sin embargo, en su capital, los ciudadanos eligen con notable continuidad fuerzas de “centro-izquierda” en las elecciones distritales. En 2012, Gustavo Petro llegó la Alcaldía Mayor de Bogotá con un programa de gobierno progresista y la promesa de políticas alternativas a las ejecutadas por el gobierno nacional. Su implementación le valió la crítica, el desafío y la desestabilización de los sectores dominantes colombianos, o al menos, de una buena parte de estos. Así como también, la necesidad de establecer alianzas y acuerdos coyunturales para mantenerse en el cargo. Este artículo se propone reflexionar acerca de la disputa por la hegemonía en Colombia, a partir del análisis del gobierno de Gustavo Petro y los conflictos que ha debido afrontar en la alcaldía capitalina, en un contexto de avance de los diálogos de paz en La Habana entre el gobierno nacional y las FARC-EP, que abren nuevas posibilidades y desafíos para las fuerzas populares democráticas en Colombia.