Si por un lado Ramos Mejía e Ingenieros entendían a la simulación como “curable” (en su carácter patológico) o “descubierta” (en su carácter delictivo), Roberto Arlt la comprendió no en términos médicas o policiales, sino en clave de denuncia social (no sistemática, sino folletinesca, pendenciera), como el surgimiento de una simulación que incumbe a las formas de la vida en sociedad. Una simulación (eminentemente condicionada por las imágenes fotográficas, publicitarias, cinematográficas de la época) que tomará el carácter de fantasmagoría tal lo entiende Walter Benjamin. Interrogaremos en suma de este modo las consideraciones y tipificaciones literarias de Arlt (parecidos, fotogénicos) y la conceptualización de la época en torno al cine y las simulaciones (entre ellas el concepto de fantasmagoría), en relación al cientificismo higienista de Ramos Mejía e Ingenieros en torno a tal concepto de “simulación”, para reflexionar sobre la función espectral del cine y la fotografía en la Argentina de los años veinte.