Dos de los tópicos debatidos con relación a la institucionalización de las políticas culturales son los de la jerarquización y la transversalidad de las mismas en el seno de las administraciones públicas. Con esto se ha significado tanto la necesidad incrementar el reconocimiento y la financiación que recibe el sector cultura, como la importancia de promover políticas más expandidas e incisivas con proyectos, planes y programas que integren múltiples dimensiones e involucren distintas áreas de intervención (vg. educación, comunicación, salud, vivienda, etc.). En las últimas décadas ambos tópicos parecen realizarse con la expansión de una nueva discursiva que haciendo eje en la creatividad, evoca reiteradamente a la cultura y pondera su papel en la resolución de problemas sociales, económicos y políticos. Esta discursiva se vincula con retóricas anteriores acerca de la diversidad cultural y del desarrollo cultural y tiene en común con ellas la ampliación de los dominios de lo cultural (“todo es cultura”), el elogio de la pluralidad (“todos tienen cultura”) y la confianza en los efectos positivos de la cultura en los procesos contemporáneos (“la cultura da trabajo, mejora, integra, incluye”). Por ello en este trabajo nos proponemos indagar acerca de algunos sentidos asociados a la creatividad y sus implicancias en las políticas culturales y la gestión cultural con especial referencia a intervenciones realizadas en la Ciudad de Buenos Aires.