La cultura visual colonial supone una peculiar relación entre el poder, el derecho, el discurso y el campo de la visualidad. Acostumbrados en las ciencias sociales a otorgar a las imágenes un segundo plano ilustrativo o condicionado por lo textual, tendemos a perder de vista cómo las imágenes ponen en acción un imaginario en el que se constituye lo real y se figura el poder. Maquiavelo, Montaigne, Gracián, por mencionar solo un puñado de consejeros políticos del Príncipe, se adentraron en el mundo metafórico y visual de las imágenes del poder, la teatralidad y la puesta en escena. El propio derecho se pone en representación porque el poder se da en imágenes. El arte de gobernar y el arte escénico convocan ineludiblemente una cultura visual de la que son inseparables. Este trabajo se focaliza en una imagen especial, la del rey. La muerte física del monarca era el momento clave de sostén y perpetuación de la institución. Pero en 1808 la ausencia física del rey abrirá las puertas a un debate político que culminará con el estallido de los procesos de independencia americanos. En este trabajo abordaremos la estrecha e intima conexión entre el orden político y el orden visual.