La década de 1930 nos enfrenta a un escenario complejo en lo que hace a la cuestión nacional, donde varias comunidades discursivas se disputan, en el terreno simbólico, el control sobre el sentido de la patria. En el campo de las imágenes, esta querella se despliega en la representación del paisaje, las tradiciones y las costumbres como trama compleja de significaciones que están en la base de la pregunta sobre la identidad. Los primeros estudios sobre este tema han logrado echar luz sobre la manera en que se organiza el campo cultural y la ubicación de los actores en la pelea. En nuestro caso, nos ocuparemos de la crítica al Salón Nacional de Bellas artes promovida desde tres publicaciones nacionalistas – Bandera Argentina, Crisol y Nativa – entre 1930 y 1935. Nos enfocamos en la relación entre estos dos agentes productores de sentido, partiendo de la base de que las imágenes adquieren significado tanto por el modo en que son representadas como por el contexto en el que aparecen. El recorte temporal se explica porque los ’30 consiste evidencian la necesidad de tomar partido, de asumir posiciones políticamente abiertas ya sea en el campo intelectual como en el espacio del arte. El Salón nacional, se enfrentan con objeciones por su política ecléctica de inclusión y exhibición, que según la mirada de los nacionalistas atenta contra el sentimiento patrio. Este eclecticismo caduca cuando el campo de la política se yergue ineludible sobre el del arte, con la Guerra Civil Española