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Argumentos en torno al consumo de drogas en espacios de ocio entre jóvenes argentinos
Victoria Sánchez Antelo - IIGG-CONICET.
X Jornadas de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2013.
  ARK: https://n2t.net/ark:/13683/erfU/vZQ
Resumen
Este trabajo se propone analizar los discursos en torno a consumo de drogas en un foro virtual. Se parte de la relación entre las transformaciones de las temporalidades sociales y sus consecuencias en las reconfiguraciones subjetivas (Bauman, 2000, 2011; Castells, 2002; Harvey, 1989). Relación que obliga a pensar el consumo de drogas no tanto como patología individual sino que se entrelaza con la extensión del uso de productos farmacológicos en la vida cotidiana (Fox & Ward, 2008) para cumplir el imperativo de disfrute y “cuidado-de-sí”. Esto aporta nuevos significados al uso de sustancias psicoactivas: primero, posibilita la compatibilidad entre prácticas sociales que requieren aceleración, compresión y simultaneidad temporal (Rosa & Scheuerman, 2009) con otras antes consideradas netamente patológicas; segundo, el uso de sustancias psicoactivas se presenta como la posibilidad de maximizar y extender en el tiempo distintas vivencias identificadas como placenteras, aunque muchas de las cuales resultan un imperativo para los jóvenes –en tanto vivencias solo habilitadas para esta etapa del ciclo vital-. El corpus analizado comprende los debates de un foro virtual en que han participado 224 internautas argentinos. El análisis discursivo utilizado se basa entre tradiciones: la perspectiva crítica; la teoría de la valoración y la teoría de la argumentación. Estas tres miradas, presentadas de forma complementaria, permitieron identificar tres lógicas de argumentación que se sostienen en diferentes recursos valorativos. Se han identificado tres líneas argumentativas: una postura contraria al consumo que se limita a aspectos normativos; una que habilita su uso respalda en criterios de racionalización de las prácticas y autocuidado como garantía de satisfacción. Y una tercera, cuya defensa es la definición de tiempos y espacios definidos para el consumo. En los tres casos no se logra desarmar la relación entre consumo de drogas como garantía de diversión.
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