A partir de un estudio etnográfico, se explora el concepto de reconocimiento social en relación a diversos militantes de un municipio bonaerense y la dinámica de la sucesión política municipal en las elecciones de 2011. Las evaluaciones de los militantes que realizan los funcionarios de más alto nivel moldean las cualidades necesarias para acceder al crecimiento político e instituyen identidades políticas como pertenecientes a uno de los polos del campo político. El reconocimiento confiere, niega o subordina identidades políticas y es reversible: los dirigentes son seleccionados por militantes a la vez que estos últimos son seleccionados por los primeros (Frederic, 2011). Ahora bien, el presente trabajo busca identificar algunos actos de institución que tuvieron por escenario la Delegación Municipal de Villa Amelia, en la que el poder fue disputado por el Delegado en tanto representante del Estado municipal y responsable de la coordinación del Programa Ingreso Social con Trabajo en los seis barrios de su injerencia, frente a otras líneas internas del Partido Justicialista del Municipio. La cuestión política que nos interesa de la figura del Delegado reside justamente en su conocimiento práctico para lograr dominar la anarquía de las estrategias individuales de cada referente y así producir una acción concertada, constituyéndose en su portavoz, hablando en nombre del grupo y en su favor, dándole existencia al presentarlo y representarlo frente a otros actores políticos del Municipio (Bourdieu, 1973).