Probablemente nadie antes del obrerismo italiano trató de analizar el horizonte post-fordista desde una perspectiva de clase. En las últimas décadas, frente a la nueva etapa del capitalismo, el debate filosófico volvió a debatir conceptos acuñados por el obrerismo tales como “trabajo inmaterial”, “capitalismo cognitivo” y “general intellect”. En este trabajo nos proponemos analizar uno de sus fundamentos filosóficos: la puesta en tela de juicio de la neutralidad tecnológica, que representó un punto de ruptura importante con el movimiento obrero oficial. La subordinación del desarrollo capitalista a las luchas obreras, tesis central del obrerismo, no se sustenta sin cuestionar la linealidad y la necesidad del desarrollo tecnológico. La reconfiguración del proceso de trabajo y la introducción de nuevas tecnologías son, desde esta perspectiva, la respuesta del capital que ve amenazada su necesidad de acumulación y valorización. La dirección del desarrollo entonces no está dada de antemano sino que es el resultado de las luchas. Semejante lógica, que podemos encontrar hoy en autores que consideramos post-obreristas, como Negri-Hardt y Virno, se funda en la visión del progreso tecnológico como un modo de existencia del capital. Las máquinas no son medios que los seres humanos usan para satisfacer necesidades, sino un medio del capital, utilizado para empujar al máximo la explotación del trabajo vivo. Trataremos de mostrar aquí que si pensamos la técnica bajo un esquema instrumento-necesidad, complicado de por sí en la época contemporánea, esto limitaría la posibilidad de crítica a la esfera de la circulación, donde el conflicto capital-trabajo se desactiva y donde, para decirlo con Marx, “reinan Libertad, Igualdad, Propiedad y Bentham”.