Recientemente desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se han promovido intervenciones para cerrar el espacio público con barreras físicas que, en algunos casos, fueron repudiadas por la comunidad que utiliza el espacio y, en otros, avaladas por quienes las justifican apoyados en la “necesidad de seguridad”. El Estado pretende que los vecinos cuiden el espacio público sin previa construcción participativa. De lo contrario, interviene restringiendo y poniendo derecho de admisión al espacio público. Desde la academia se argumenta sobre la pérdida del espacio público y sus implicancias en la construcción de “lo público”. Distintas disciplinas (sociología, geografía, arquitectura, etc.) plantean la emergencia de “lo íntimo” por sobre “lo público”, lo cual se evidencia en la “privatización del espacio público”. La arquitectura, comúnmente acciona reduciendo el problema a lo estrictamente morfológico (no multidimensional). Esta forma de accionar también se observa en las intervenciones que diseña el Estado desde sus áreas técnicas. Ahora bien, la arquitectura debe decidir si acepta las supuestas necesidades de la sociedad (rejas y barreras) sin ir más allá de su propia disciplina o trabaja desde una posición transdisciplinar que involucre otras miradas sobre estos dispositivos. Asimismo, otras disciplinas también deben decidir si además de sus miradas teóricas pueden avanzar en la construcción espacial de lo público. En este trabajo reflexionaremos acerca de cómo la arquitectura puede devolver la noción de convivencia en lo público a partir de la elaboración de propuestas creativas originadas en una crítica a la propia disciplina que incorpore distintos enfoques.