La formación de los Estados nacionales latino americanos han sido el resultado de un sistema de relaciones sociales impulsada por una elite que se impuso sobre el conjunto de la sociedad, a favor de sus intereses. Es así que hacia 1880 en Argentina se definió un entramado de relaciones sociales que forjaron o premiaron ciertos estilos y formas, desestimando las del gaucho y del indio. El arte logra captar este entredicho. Las obras: “Una excursión a los indios ranqueles” de Mansilla y “Martín Fierro” de Hernández develan las nociones de la frontera, el juego de relaciones que se abre hacía el otro no europeo, y los límites y capacidades del Estado. Los conceptos de inclusión, civilización y barbarie se vuelven claves para entender el proceso de construcción del Estado Nacional argentino y los sujetos capaces de comandarlo. Desde esta literatura se puede develar que la formación de la identidad colectiva produjo la problemática de inclusión del indio y el gaucho, que consecuentemente demoró la aplicación de los derechos políticos y la formación del sujeto político comprometido con causas sociales. Asimismo, constituye el enfoque del marginado sobre el Estado. Es así que las demandas de las identidades siempre subsumidas se mantienen en esta condición. En esta coyuntura es en donde se consolida una de las síntesis que permiten comprender las cuestiones fundamentales del entramado político, la amplitud y la calidad de la participación política de la actualidad, dado que es parte constituyente de las formas de las relaciones sociales. Como resultado se puede comprender el recorrido hacia la práctica de los derechos políticos de jóvenes de 16 años y pensar los obstáculos que se han tenido que superar para que se diera un sujeto político que esté incluido en el Estado, tanto respecto de sus derechos como de sus obligaciones.