La universidad argentina atravesó, a partir de la década de 1950, un fuerte proceso de masificación a raíz de una serie de medidas que impulsaron el aumento de la matrícula, principalmente en los sectores de bajos recursos. De este modo, mientras que por cada mil habitantes había tres estudiantes universitarios en 1945, el promedio trepó a ocho en 1955 llegando casi a triplicarse en apenas 10 años. Como consecuencia de semejante nivel de expansión se presentaron dos problemas inmediatos. En primer lugar, el fuerte aumento en los ingresantes no tuvo como correlato el mismo número de egresados, lo que significó un incremento en la tasa de deserción. Asimismo, la infraestructura de las casas de estudio no contaba con la capacidad suficiente para hacer frente a esta expansión. En este marco, y frente al crecimiento de la población universitaria, el gobierno de la “Revolución Libertadora” permitió la creación de universidades privadas a través de un decreto. Paralelamente, reorganizó el sistema universitario estatal mediante la creación de dos nuevas universidades nacionales sobre la base de institutos ya existentes, la Universidad del Nordeste en Corrientes y la Universidad del Sur en Bahía Blanca. Finalmente, rebautizó la Universidad Obrera bajo el nombre de Universidad Tecnológica Nacional. Sin embargo, los problemas engendrados por la expansión de la matrícula no fueron solucionados. Frente a esta situación, distintos miembros de la comunidad académica se abocaron a la búsqueda de soluciones. En este trabajo nos proponemos analizar los proyectos formulados por Risieri Frondizi, Raúl Devoto y Alberto Taquini (h), deteniéndonos especialmente en los diagnósticos y las soluciones propuestas.