Manuela termina sus días en el Perú envejeciendo en el ostracismo y la pobreza, sin reconocimiento oficial alguno y cargada de infamias pergeñadas por sus enemigos. La información sobre ella es escasa, tendenciosa y contradictoria, impregnada de una historia oficial que pretendió invisibilizarla o desdeñarla. Sin embargo tampoco debemos caracterizarla solamente como el gran amor de Bolívar ya que además, e independientemente de ello, fue pieza clave en la consolidación de la independencia hispanoamericana. Es por ello que nos basamos en sus documentos históricos y políticos, diarios y cartas íntimas (invalorable patrimonio de la Patria Grande) para que estos que sean reflejo fiel de su verdadera imagen. Dichos documentos fueron rescatados entre los escombros de la incendiada casa de Manuela por un general bolivariano sabedor de la gran importancia de los mismos. Los papeles lamidos y respetados por las llamas (ocultados por más de cien años) son hoy los restos espirituales de la gran heroína quiteña. Nuestro objetivo es dar cuenta de las convicciones, la valentía, el compromiso y protagonismo de Manuela en las luchas independentistas que tanta admiración (o envidia y odio) despertó entre las máximas autoridades de la región. Además de argumentar con hechos concretos por qué debemos considerarla como una libertadora de América. Manuela fue condecorada caballeresa de la Orden del Sol por San Martín, nombrada coronela por Bolívar (recomendada por Sucre) y recién entrando al Siglo XXI es ascendida por el presidente Correa a Generala de Honor de la República de Ecuador.