La identidad deviene de un arduo proceso subjetivo por el cual los individuos y las sociedades se diferencian entre sí mediante la asignación, a uno y otros, de un repertorio de atributos culturales valorados. Así comprendido el fenómeno, la identidad se nutre de la cultura – a la que a su vez retroalimenta – a través de la memoria, reservorio de la representación social de un pasado común. La identidad colectiva estaría, pues, basada en la creencia en determinados elementos considerados distintivos. Compartir modelos culturales da la sensación de pertenencia a un conjunto social ya que este brinda esquemas cognitivos y significados socialmente establecidos para la comprensión del sí mismo, del otro y del mundo. Vale decir, la identidad se define a partir de las representaciones sociales compartidas por un grupo en tanto éstas son construcciones simbólicas que se crean y recrean en medio de interacciones sociales y dan sentido a la realidad social. Las representaciones sociales suponen una forma de conocimiento socialmente elaborada y compartida, están orientadas a la construcción de una realidad común dentro de un conjunto social, permitiendo de este modo, transformar lo desconocido en algo propio. Las representaciones sociales se expresan a través del lenguaje cotidiano e intervienen en la definición de las identidades tanto personales como sociales. Al ser producidas socialmente, “las representaciones sociales están fuertemente marcadas por los valores correspondientes al sistema socio-ideológico y a la historia del grupo que la vehiculiza, para el cual constituye un elemento esencial de su visión del mundo” (Abric, 2005: 59). En esta ocasión nos proponemos establecer de qué manera un grupo de mujeres de Europa del Este que han llegado al país desde fines de la década del noventa construyen su identidad en relación con sus connacionales y con los argentinos y cuáles son las representaciones sociales de su pasado común empleadas en esta construcción. A tales efectos se analizan entrevistas realizadas a mujeres migrantes de Europa del Este en el marco de un proyecto más amplio que estudia el proceso migratorio que tuvo lugar entre Europa Central y Oriental y Argentina a partir de los años 90. Este elemento es muy importante dado que se está trabajando con la identidad narrativa del grupo que nos obliga a reflexionar acerca de hechos y relatos, memoria e historia, memoria y olvido, el lenguaje como vehículo; en síntesis entre lo que fue y lo que se reconstruye en forma de relato resignificante del proceso migratorio y de la propia vida.