La apuesta por unas Políticas públicas de carácter multinivel y de alcance global, se constituye en una alternativa realista y lograble si se adquiere un compromiso orbital en materia de Desarrollo sostenible. Los regímenes internacionales que han logrado materializar acuerdos en materia de comercio, políticas anticrimen, alianzas militares, tratados bilaterales y multilaterales de cooperación, entre otros, podrían ser una opción legítima para alcanzar consensos en asuntos cruciales como los propósitos definidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible ODS, que tienen por lo menos cuarenta y cinco años de historia tratando de posicionarse en la agendas de todos los países. A diferencia de los Objetivos de Desarrollo del Milenio ODM, que comprometían fundamentalmente a los países pobres con la ayuda o cooperación de las grandes economías del planeta, los ODS exigen el compromiso y la capacidad de agenciamiento de la totalidad de países en el mundo, es decir, son de carácter universal y como lo afirma Sachs (2016, 561) “¡Estados Unidos tiene la misma necesidad que Malí de aprender a vivir de un modo sostenible! Los países ricos deben implicarse exactamente igual que los pobres en la promoción de la inclusión social, de la igualdad de género y, por supuesto, en el despliegue de sistemas energéticos resilientes y bajos en carbono.” En Río+20 se dio origen a la denominada Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible SDS por sus siglas en inglés (Sustainable Development Solutions Network), con el propósito de establecer claramente objetivos, impulsar la motivación y fomentar la voluntad política requerida para el Desarrollo sostenible. Para ello, indudable resulta el valor que representa una nueva Gobernanza mundial y unas Políticas públicas multinivel en el marco de regímenes internacionales que converjan por un mundo cada vez más viable para el futuro de la humanidad.