Tradicionalmente, el espacio público ha asumido un papel preponderante en la estructuración del medio físico de la ciudad, así como en la construcción de espacios simbólicos, delineados por la historia, la cultura, la política y el desarrollo económico de cada sociedad. En este sentido, las definiciones habituales se encargaron de analizar y subrayar el aspecto arquitectónico, estético y funcional, mientras las dimensiones simbólicas se han visto subsumidas bajo ideas unívocas y acotadas. No obstante, cada vez son más los autores que advierten que la mayor riqueza de dicho espacio deriva precisamente de ese aspecto simbólico, que representa más que un lugar, una idea y sentimiento común que implica pertenencia, apropiación y significados, favoreciendo la construcción de identidad y el desarrollo de la ciudadanía. El espacio público contemporáneo, además, se encuentra signado por procesos globales tendientes a despersonalizar y homogeneizar relaciones, mientras la privatización de lugares segrega el territorio y a los diversos sectores sociales. Con ello se reconoce la emergencia de un nuevo tipo de espacialidad que responde a las lógicas del capital, promotor del individualismo, el consumo y la creación de nuevas áreas consideradas simulaciones de la ciudad real, de las relaciones personales y de las actividades sociales. En este contexto, la socialización se desarrolla mayormente en un espacio virtual de relaciones anónimas o simuladas, o en el mejor de los casos, se traslada a lo que algunos autores denominan espacios pseudo públicos, no lugares, espacios de flujos. Con el surgimiento de estas prácticas asociadas a un modo de vida novedoso, se observa un notable desuso y deterioro del espacio público como lugar, pero también como concepto y símbolo que implica historia, identidad, cultura, relaciones y actividades. Sin embargo, el hecho de vivir en una sociedad globalizada no necesariamente significa abandonar las particularidades, sino que la fuerza y resistencia adquirida históricamente por lugares y culturas locales cobran importancia reconociendo y redefiniendo su identidad. Es allí donde los lugares recuperan su valor histórico y se convierten en refugios ante los embates de la posmodernidad. En este marco, nos proponemos analizar el espacio público desde diversas perspectivas e intentar definir el papel que adquiere en la ciudad contemporánea, resaltando la importancia que reviste tanto en sus dimensiones físicas como simbólicas y como promotor de identidades urbanas ante las nuevas configuraciones de la ciudad y de la sociedad, que se debaten en una pugna constante entre intereses públicos y privados.