En el marco de un proyecto de investigación acerca del proceso de configuración de la identidad urbana de la ciudad de Bahía Blanca, proponemos aportar reflexiones en torno a las potencialidades de la lectura de la topografía urbana como un registro privilegiado de un posible mapa de la memoria histórica local. A dos años de haberse conmemorado el primer centenario de la Asociación Israelita de la ciudad de Bahía Blanca y considerando el punto de inflexión que significó el atentado a la AMIA, el objetivo del presente trabajo es analizar la redefinición de la presencia judía a través de las marcas materiales en el espacio público. A modo de hipótesis identificamos dos momentos. Una primera etapa de repliegue tras los vallados de mampostería que rodean los edificios comunitarios como una suerte de retorno al estigma del gueto, y una segunda etapa a partir de 2011, caracterizada por una política de la memoria de interpelación pública y directa al poder político contra la impunidad, conjuntamente con una nueva estrategia de apertura a nivel extracomunitario. En efecto, el re-posicionamiento de la dirigencia comunitaria, fue visibilizado en el acto del 17 aniversario del atentado (18 de julio de 2011), al descubrir una placa en el monumento de la colectividad israelita ubicado en la plaza céntrica, cuyo texto señala que la comunidad judía “no desiste en el reclamo de justicia”. Dicha placa, al mismo tiempo que resignifica este sitio como lieux de memoire, tensiona el mensaje representado en el monumento del barón de Hirsch que la comunidad judía local emplazó con motivo del centenario de la ciudad -(1928)-. Tras el relieve de un sol naciente que condensa el proyecto redentor del Barón de Hirsch, la nueva placa expresa la contracara del mensaje de prosperidad y retoma la continuidad histórica del pueblo judío como víctima. Respecto al acto realizado en el último aniversario, la interpelación pública de la causa AMIA, ha resultado fortalecida a través de una nueva estrategia de conmemoración que sumó a nuevos actores: por primera vez fueron convocadas las dos escuelas públicas de enseñanza artística de la ciudad, el Conservatorio de Música y la Escuela de Artes Visuales. A través de nuevos soportes de representación el mensaje fue unánime: el estallido de la AMIA fue un estallido en el tejido social argentino, y por lo tanto el trabajo de reparación y memoria no puede permanecer acotado a las instituciones judías.