Durante el siglo XX la historiografía comenzó a presenciar el nacimiento de nuevas tendencias que, a pesar de su diversidad, centraron sus investigaciones en torno a la historia social y económica, alejándose de las temáticas político-acontecimentales. Lentamente, nuevos grupos y tópicos comenzaron a constituirse en objetos de estudio, entre ellos el campesinado medieval y sus luchas. En torno a este tema se evidencian dos corrientes principales: aquella que considera al conflicto entre señores y campesinos como inherente a la sociedad feudal y otra que lo ve como el resultado de tiempos de crisis del sistema, frente a un esplendor caracterizado por el equilibrio y la armonía. Los trabajos de Rodney Hilton, enmarcados en la primera corriente, resultan una referencia ineludible, ya que implican un estudio sistemático amplio sobre esta problemática concluyendo que, si bien estos movimientos tuvieron algunos éxitos, la impugnación al sistema era limitada y la capacidad de vencer a la clase dominante estuvo lejos de concretarse. En el ámbito hispano esta concepción ha marcado los trabajos más notorios. En los análisis sobre la Alta Edad Media sobresale el trabajo de Reyna Pastor, quien analiza esta cuestión durante la expansión y consolidación del feudalismo. En la línea de Hilton, concluye que lo que estaba en juego era el nivel de dependencia respecto al poder feudal y no una victoria absoluta de los campesinos. Por otra parte, los estudios de Julio Valdeón resultan una referencia clásica sobre el tema en la Baja Edad Media, cuya clave radica en considerar a las rebeliones del período como propias de la estructura feudal agudizadas por un contexto de crisis. A pesar de la trascendencia de estos trabajos, los mismos datan de hace varias décadas, sin que se produjeran nuevos debates sobre el tema; y, al igual que los trabajos a nivel europeo, tienden a enfatizar la limitada capacidad revolucionaria del campesinado a lo largo de la historia. Actualmente, esta visión ha sido cuestionada partiendo de nuevas concepciones acerca del lugar de este grupo social, sustentadas sobre postulados de diversas corrientes como la Escuela de Estudios Subalternos de la India, las propuestas de E.P. Thompson y James Scott, la antropología, etcétera. Este trabajo entonces intenta dar cuenta de la limitada penetración de estas propuestas en la historiografía hispánica, y propone algunas líneas a seguir, incorporando estas nuevas tendencias historiográficas para profundizar los conocimientos sobre las resistencias campesinas durante el medioevo en la Península Ibérica.