Los documentales ocupan un lugar destacado para reconstrucción del pasado reciente argentino Dentro de ellos los testimonios resultan claves para la evocación de sus acontecimientos y su interpretación. En el marco de la producción documental generada desde mediados de la década de 1990 existen varias líneas de trabajo que se ocupan de aspectos de la historia argentina de las últimas décadas La corriente que reconstruye la relación entre la militancia revolucionaria de los Setenta y la última dictadura militar, tiene peso significativo tanto en la conformación de memorias sociales como en las transformaciones documentalismo nacional. Dentro del conjunto de documentales que tratan el reciente pasado traumático y sus consecuencias se pueden señalar dos asuntos en los que los testimonios juegan un rol destacado. Por un lado, los testimonios son utilizados en la construcción de identidades colectivas. En este sentido hay trabajos que recuperan de manera crítica o reivindicatoria la identidad de distintos grupos militantes como Montoneros una historia (Andrés Di Tella, 1994), Cazadores de utopías (David Balustein, 1995), Gaviotas blindadas (Grupo Mascaró, 2000- 2008), El tiempo y la sangre (Alejandra Almirón, 2004) o rescatan nuevas identidades generacionales como la de los hijos de desaparecidos en Papá Iván (María Inés Roqué, 2001), Los rubios (Albertina Carri, 2003) o M (Nicolás Prividera, 2007). Por otro, los testimonios son espacios en los que se visualizan las relaciones entre la mirada sobre el pasado sostenida por cada uno de los testimoniantes y la perspectiva que organiza la interpretación cada documental que se conecta con la construcción de identidades grupales. Así, los testimonios pueden sumarse a un relato coral – Cazadores de utopías, Gaviotas blindadas – formar parte de una indagación que los contrasta - Montoneros…, Papá Iván, M - o entrar en conflicto con la perspectiva de la realización como en Los rubios o El tiempo y la sangre. En este contexto se destaca la singularidad del film Cuentas del alma (Mario Bohemeker, 2012). Basado en el único testimonio de una ex militante revolucionaria que “traicionó” públicamente a su organización se produce un desplazamiento del interés por la reconstrucción de una mirada en torno a una organización por el de la construcción de una identidad individual en el marco del desarrollo y disolución de un grupo revolucionario. A través del análisis de este documental se perfila una nueva perspectiva en la que la tensión irresoluble entre la subjetividad de los testimonios y las interpretaciones que apelan a una mirada que da cuenta de una experiencia colectiva.En este sentido puede hablarse del surgimiento de un espacio que redefine la cosntrucción del imaginario sobre el que se definen memorias e identidades colectivas e individuales.