Desde las elaboraciones formalizadas por Agustín de Hipona en los siglos III-IV, las consideraciones respecto a cómo se podía definir al mal y a sus actores fundamentales, los demonios; avanzaron en los siglos siguientes con pasos irregulares, tanto en el aspecto estrictamente doctrinario como así también en sus interpretaciones más “populares”. Gregorio Magno marcó un punto clave en este proceso, prestando especial atención a la forma, atributos, función del mal y el rol de la voluntad humana en este contexto, al punto que pareció marcar una línea a seguir en autores posteriores. El presente trabajo se propone avanzar en los escritos de los autores que siguieron a Gregorio, especialmente los de Isidoro de Sevilla, atendiendo a la consideración que prestaron a la idea del mal, a la función de la acción demoníaca y a la mediación de la voluntad de los hombres en su obra. A partir de aquí, se intentará establecer las originalidades de esas elaboraciones o bien, en qué medida se observa ya cierta tendencia a uniformizar –sea por razones “institucionales” o bien, por formación intelectual– las consideraciones referidas a esas temáticas.