Aunque el motivo de la “cacería del hipopótamo” aparece representado en tumbas privadas y reales de forma esporádica, su uso se encuentra registrado a lo largo de un amplio período que se extiende desde la I Dinastía hasta el Imperio Nuevo (Kees, 1926; Vandier, 1950). Como motivo pictórico poco parece decirnos. Podemos preguntarnos entonces qué es lo que nos dice sobre la figura del solitario vencedor del animal, el rey, y la elección del hipopótamo como víctima. Se ha interpretado correctamente a la cacería del hipopótamo como representación del rey (Horus) conjurando al caos en forma de un animal asociado a Seth, restableciendo de esta manera el orden cósmico (Säve-Söderbergh, 1953). Sin embargo, a raíz de ciertas particularidades señaladas por los clásicos y nuevas interpretaciones (Hendrickx en prensa; Cervelló 1996; Campagno 1991, 1998, 2004, 2011) puedo ahondar un poco más en la indagación. Por ejemplo, la similitud entre las formas de cazar al hipopótamo en el Antiguo Egipto y en sociedades no estatales africanas de la actualidad, registradas etnográficamente. En estas sociedades el jefe no dispone del monopolio legitimado de la coerción, sino por el contrario (Clastres 1977) se encuentra él mismo sujeto al poder de aquellos a los que lidera. Su liderazgo es, entonces, frágil y se basa en su potencial para asegurar el orden del cosmos, siendo muchas veces asesinado cuando este poder decae (Frazer 1922; de Heusch 1987; Adler 1987) por miedo a que las fuerzas del caos logren vencer sobre el orden. Recordemos el triste final del primer rey de Egipto, quien si seguimos el relato de Manetón fue raptado por un hipopótamo. Si vencer al hipopótamo es vencer al caos, morir a manos de él parece indicarnos que su poder para mantener el orden se ha desvanecido, lo cual es muy sugerente. En este trabajo pretendo, en el convencimiento de la riqueza simbólica y cultural del motivo de la cacería del hipopótamo, ir más allá de la interpretación clásica para intentar rastrear la información que contiene sobre la institución de la realeza y el Estado. La comparación con sociedades del África contemporánea y los hallazgos que nos permiten pensar en la existencia de cacerías del hipopótamo en el Egipto preestatal completarán el cuadro.