La educación agropecuaria tiene una larga historia en la provincia de Buenos Aires, desde los primeros intentos de Rivadavia, pero será desde fines del siglo XIX que se consolidará con algunos establecimientos pioneros. Con el transcurso del tiempo y hasta la actualidad se fueron instalando escuelas agrarias, surgidas con las motivaciones más diversas y que han contribuido a la formación general del estudiante pero también a la capacitación en actividades productivas específicas con peso en la provincia. Es el caso de la lechería. La formación de recursos humanos y la generación de conocimientos adaptados a las condiciones de producción de la agroindustria láctea –entendida en un sentido amplio que comprende también pequeños emprendimientos- ha sido en parte derivada de la experiencia previa de amplios sectores inmigrantes que tuvieron un papel en su surgimiento. Pero luego el Estado a través del subsistema de educación agraria ha contribuido a la divulgación de saberes técnicos y productivos sobre el tema. El objeto de esta ponencia es analizar dos establecimientos educativos vinculados a la capacitación para la agroindustria láctea bonaerense, con historias y ubicación territoriales muy diferentes. La escuela agropecuaria de Tandil, que comenzó su actividad en 1916 creada como escuela del hogar agrícola para mujeres, transformándose al poco tiempo en escuela granja –especializada en lechería, quesos y explotación racional de la granja-, y persiste hasta la actualidad, luego de atravesar diversas vicisitudes y transferencias de jurisdicciones. Y la escuela agraria Lucio Mansilla de Bartolomé Bavio, con una historia distinta, fundada en 1975 por iniciativa de la comunidad local, y que mantiene una vinculación con la Asociación para el desarrollo rural de esa localidad, estrechamente ligada a la industria lechera y derivados. El análisis intentará responder una serie de interrogantes relacionados con los planes de estudio, capacitación para la industria láctea, vinculación con agroindustrias de la zona y diversas asociaciones de productores, cooperativas o el INTA, comercialización de los productos y posible actuación de egresados en emprendimientos privados. Pensamos que ambas escuelas agrarias se han convertido en verdaderos referentes educativos en las respectivas comunidades y, si bien la formación es más amplia, entre sus secciones didáctico productivas conserva preferente importancia la producción láctea y derivados, en consonancia con las características y demandas de su zona de influencia. En ese sentido, junto a ofertas educativas no formales frecuentemente anexas, las escuelas pueden cumplir un papel de capacitación para la agroindustria.