Los estudiosos de las sociedades del mundo antiguo han tradicionalmente apelado a imágenes de catástrofe cuando se refieren al “final” de una época o una civilización. Ciertamente, más allá de las caracterizaciones sensacionalistas, lo que merece reflexión es la idea de que haya un “final” en términos históricos. ¿Existe algo así como un “colapso” de las civilizaciones? ¿Desaparecen, sin más, las sociedades? La rapidez con que nos sentimos tentados de inclinarnos por la afirmativa no parece reflejar mucho más que la influencia de ciertos preconceptos generalizados sobre nuestros modos espontáneos de entendimiento. Las diversas matrices de pensamiento que han anclado en el evolucionismo como modo de explicar el pasado tienen mucho que ver en este punto. Por un lado, se ha pensado que las sociedades, a la manera de todo ser vivo, nacen y se desarrollan, para pasar luego a etapas de decadencia que conducen finalmente a la muerte. Por otro, toda una mirada orientada a reconocer en el pasado las características de nuestro presente tiende a percibir el cese de esas características –pero sólo de esas características– en términos de retroceso o de colapso. Para reflexionar acerca de este estado de cosas, este trabajo propone, en sus lineamientos generales, una aproximación a los dos últimos siglos del III milenio a.C. en el valle del Nilo, que la egiptología rotuló bajo el sintomático nombre de “Primer Período Intermedio”. Se pasará revista a las percepciones tradicionales sobre tal época, así como a las consideraciones de autores que, a pesar de compartir nuestro presente historiográfico, parecen seducidos, por diversas razones, por las tenebrosas brumas de las dark ages. Se considerarán también las evidencias textuales y arqueológicas de tal período, con el objetivo de determinar qué cambios suceden, qué dinámicas cesan, qué otras emergen y cuáles otras continúan. Mediante un breve contrapunto con los modos que comprender el “colapso” en el mundo maya, se espera poder proponer una reflexión que, sin desdeñar por completo su uso, intente delimitar el concepto de crisis respecto de los contextos históricos específicos que son analizados y no respecto de escalas cuya consistencia parece estar en demasiada dependencia respecto de un conjunto de valoraciones de sesgo etnocéntrico.