Hacia finales del siglo XIX se funda la actual Villa de Amaicha del Valle, con su plaza principal y en sus alrededores la iglesia y las primeras reparticiones estatales. Asimismo, en el peculiar contexto de principios del siglo XX los amaicheños comenzarán a ser foco de atención de algunos académicos y aficionados vinculados al folklore, la arqueología, la educación, entre otros. Entre fines del siglo XIX y la primera mitad del XX entrarán en la escena local tanto el Estado provincial como nacional, comenzando a –o pretendiendo- tomar cada vez más intervención en cuestiones relativas a la organización y gestión sociopolítica de la comunidad, así como en lo relativo al manejo de recursos naturales de importancia como el agua y las tierras. Asimismo, tanto a través de instituciones específicas o mediante agentes diversos vinculados a la política o al ámbito académico, el Estado intervendrá de manera muy peculiar en los aspectos culturales e identitarios: generando clasificaciones y modos de denominar a la población local, impartiendo cargas de sentido en relación a la historia de los amaicheños en particular y a las valoraciones en relación a lo indígena en el contexto nacional de la época en general. En este contexto la presencia estatal será evaluada como sinónimo de “progreso” por algunos foráneos que se vincularán de manera más estrecha con el Estado en Amaicha, que a través de sus vínculos políticos y su llegada hacia “el afuera” reclamarán que el Estado se haga a nivel local: exigiendo obras públicas, hablando con cierto romanticismo sobre la población amaicheña y resaltando las carencias a las que está sometida por quedar “olvidada” entre las montañas que rodean al valle. Intentaremos entonces en esta ponencia brindar un panorama general de estas instituciones y dispositivos estatales en relación a su presencia en Amaicha entre fines del siglo XIX y mediados del XX, preguntándonos acerca de su mayor o menor penetración en la vida local y reflexionando acerca de las valoraciones implícitas en aquellos que las entienden como signo de “progreso”. Al mismo tiempo, intentamos reflexionar sobre las implicancias que para el conjunto de los amaicheños ha tenido aquel “progreso”, ya que en entrevistas orales recientes la mirada retrospectiva sobre este proceso de intervención estatal le otorga un sentido negativo en términos de erosión de estructuras comunitarias de organización y gestión local, así como en lo relativo a los modos de vida y economías locales.