En la actualidad existe un consenso entre los historiadores sobre las persecuciones hacia los cristianos. Estas no fueron sistemáticas sino acciones aisladas que respondieron a contextos determinados y a emperadores particulares. Sin embargo los mártires pasaron a tener un protagonismo central en la construcción de la identidad cristiana. El término martyr proviene del griego y significa ser testigo, atestiguar y es en ese sentido que ha de entenderse su papel en el cristianismo antiguo, como testimonios de la fe de Dios. En muchos casos los martirios quedaron manifestados en un nuevo género literario que se desarrolló a partir de mediados del siglo II: los escritos sobre los mártires. Estas fuentes, pese a que muchas veces presentan una base histórica débil, reflejan el hecho de que el martirio fue una práctica que se aplicó de forma indistinta a hombres y mujeres. La presente ponencia se inscribe dentro del conjunto de trabajos que desde hace algunas décadas busca hacer visible a las mujeres en los primeros siglos del cristianismo. Nos proponemos, por un lado analizar el impacto y la significación del accionar de las mártires cristianas en el contexto de la sociedad romana de los siglos II y III. Ellas no solo rechazaron la religión oficial imperial al manifestar su fe en Cristo y al rehusarse a realizar los cultos paganos sino que se revelaron frente al rol de hija, esposa y madre que le eran impuestos por la sociedad patriarcal romana por una causa que creían superior al mundo terrenal. Por otro lado nos focalizaremos en dos diferentes líneas de investigación, aquellas que vinculan el martirio a la tradición cultural judía y otras que buscan las raíces de esta práctica en la cultura greco-romana. A partir de estos planteos intentaremos dilucidar si el martirio femenino se encuadraría dentro del judaísmo como muestra el martirio de la madre y sus siete hijos de macabeos o de la tradición heroica romana, de modelos de virtud moral de las mujeres que Tito Livio menciona en sus primeros libros.