Durante las primeras décadas del siglo XX en China, el término “arte” (yi shu) no constituía un concepto unívoco sino que implicaba un amplio rango de prácticas que en su conjunto, conformaban un proyecto social y cultural más amplio que el de las “bellas artes” (mei shu) con las que se asociaba al arte occidental y más inclusivo que el de la pintura erudita tradicional (wen ren hua) con la que se asociaba al arte aristocrático antiguo. En efecto, la creación de un arte moderno, propio y distintivo era un objetivo compartido por un amplio conjunto de escritores, artistas, dramaturgos, cineastas, traductores, críticos, educadores, editores y estudiantes chinos, aun cuando muchos de ellos albergasen visiones diferentes acerca del contenido y de los modos de producción de este nuevo arte. Más allá de esas divergencias, una de las características salientes del clima cultural y del debate reformista durante la era republicana fue la persistencia de los discursos acerca de la significatividad política y social del arte, así como de la necesidad de impulsar el desarrollo y la difusión de la educación estética como parte del proyecto general de modernización del país. Dichos discursos surgían en un contexto de incertidumbre acerca de la posición sociocultural de los artistas, la cual debía reconfigurarse tras la implosión del orden imperial y de la continua erosión de los valores estéticos tradicionales, pero también a la luz de un nuevo proceso de transformación social en el que tanto el público como el objeto en sí mismo de las obras de arte habían cambiado. La interacción comunicativa, aunque no libre de tensiones, con Occidente y Japón, la reflexión profunda acerca de la herencia cultural del pasado y los nuevos desafíos que proponía la emergencia de una sociedad de masas, fueron elementos clave en la determinación política de tales discursos. A partir de estos lineamientos, el objetivo de este trabajo es analizar las concepciones teóricas sobre del arte y la educación estética en China entre 1919 y 1937, a fin de considerar críticamente las implicancias sociales y la proyección política de estas posiciones, tanto en relación con el proceso de institucionalización de las reformas por parte del Estado como en relación a las prácticas que por fuera de los canales oficiales emprendieron una redefinición profunda del propósito político y la función social del arte y de la educación estética.