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El Renacimiento italiano y el problema de la melancolía
Paul y Andrea María Noel.
XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2013.
Resumen
Generalmente se consideró la melancolía como un estado que desencadena los más profundos pensamientos y hace del sujeto un sujeto extraño de la vida, que, enajenado de ella, pierde su disfrute. Giorgio Agamben sostenía que “La melancolía, o bilis negra, es aquella cuyo desorden puede producir las consecuencias más nefastas” y, en ese sentido, fue asociada siempre a los aspectos más oscuros de la naturaleza. Lo cierto es que, la melancolía como un temperamento asimilado a la tristeza o pesadumbre ha generado en la historia de la filosofía diversos interrogantes que convergen en un mismo problema: ¿Es en el sujeto melancólico donde la capacidad creadora alcanza su máxima expresión? Si prestamos atención a su significado etimológico, del griego μέλας \"negro\" y χολή \"bilis\", comprobamos que se trata de un estado cuya desmesura nos dirige a lo amargo y oscuro que la naturaleza de la melancolía tiende a perpetuar. Esto se representa muy bien en las artes visuales cuando los atributos de un personaje en la obra artística responden a un semblante triste, o a una mirada perdida y pensante: características que se corresponden con el ser melancólico. Tal es el ejemplo iconográfico por antonomasia: el grabado de Durero de 1514, Melancolía I, tantas veces analizado por su espectacular representación del humor negro. En efecto, este temperamento melancólico puede conducir al sujeto a un estado de desesperación, debido al afán por escaparse de la melancolía, sea para empezar a actuar en el mundo concreto, sea para dirigirse hacia la divinidad con el propósito de alcanzar los conocimientos supremos del Ser. De ahí la paradoja que se encuentra dentro del mismo estado: su misma amargura es fuente de los mejores saberes. No es el objetivo de este trabajo realizar un análisis exhaustivo del concepto de melancolía en la historia de la filosofía; sólo nos proponemos desarrollar la respuesta que Marsilio Ficino brindó al respecto en De vita triplici . Si bien no es la única obra en la que da cuenta de la melancolía, elegimos el De vita, porque consideramos que en ella nuestro autor le dedica mayor atención a las efectos positivos y negativos del estado melancólico y, en consecuencia, se presenta como un tratado médico- astrológico con un doble fin: en primer lugar, reivindicar la melancolía en tanto camino hacia la vida genial, y, en segundo lugar, otorgar las herramientas necesarias para “combatir los posibles riesgos que ella provoca.”
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