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La enseñanza de la historia en las escuelas y en la formación secundaria en el Uruguay (1877-1911)
Alejandro Varlos Demarco Núñez.
XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2013.
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Resumen
El presente trabajo tiene como objetivo dar cuenta a través de los expedientes oficiales, programas y de los textos utilizados la historia enseñada a los niños y adolescentes en el período comprendido entre la reforma educativa vareliana fijada en el decreto-ley del 24 de agosto de 1877 hasta el año 1911. El estudio propuesto alcanzará hasta 1911, ya que este año marcó el cierre de un tiempo histórico en el Uruguay, con la segunda presidencia de José Batlle y Ordóñez (1911-1915), con el último intento de levantamiento armado y el inicio del reformismo social. A partir de entonces fueron observables los primeros intentos de ampliación y de universalización del sistema educativo secundario. El Uruguay atravesó a partir de los años setenta del siglo XIX un proceso de modernización supeditado al auge de la economía capitalista mundial generándose, de esta manera, un innegable mejoramiento económico, social, técnico y material Fue en este período en que se inició la construcción de una historia nacional, los debates en torno a la viabilidad nacional, así como, el surgimiento de la primera cátedra de Historia Americana y Nacional (1888) en la enseñanza secundaria. Uno de nuestros objetivos centrales será reflexionar sobre los contenidos y objetivos de la enseñanza de la historia enlazándolo con la construcción de una historiografía nacional a partir de la labor desempeñada por los primeros protohistoriadores fundadores, según Carlos Real de Azúa, de la “tesis independentista clásica” inaugurada por Francisco Bauzá, y extendida en el siglo XX, por otros vinculados al poder político como Pablo Blanco Acevedo y Juan Pivel Devoto. Es una encrucijada abierta al estudio por el hecho, aparentemente paradójico, que un Estado liberal como el Uruguay, se haya apoyado –a través de la mayor parte de sus representantes más calificados- en una tendencia historiográfica, que cómo ya ha señalado Real de Azúa, se caracterizó por su filiación romántico-católico-nacionalista y autoritaria. De esta manera, las complejidades y debates sobre esta problemática que trataremos no se limitan al problema específico de la enseñanza de la historia, sino que incursionan inevitablemente en el campo de la historia de la historiografía. Muchos de los rasgos que se han perpetuado en la identidad colectiva de los uruguayos debe mucho a la entronización gradual y sostenida de los cánones sobre los que se apoya este secular modelo historiográfico, edificador, a la vez, de gran parte de los presupuestos de la identidad nacional.
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