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“La sagrada familia”. La “célula básica de la comunidad” como fundamento de la política social del “proceso”
Osuna y María Florencia.
XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2013.
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Resumen
En esta ponencia se analizarán los discursos y las políticas del Ministerio de Bienestar Social vinculados con la familia nuclear. En el discurso militar la familia era representada como “la célula básica de la comunidad”, su unidad mínima e indisoluble; y la suma de ellas conformaba el “cuerpo social”. A su vez, era considerada el lugar depositario de los valores esenciales de una mítica identidad nacional, relacionada con la moral cristiana. Si bien este imaginario responde a un ideario católico conservador y nacionalista, en esos años adquirió un sesgo particular vinculado con el propósito de la dictadura de aniquilar al heterogéneo y difuso “enemigo subversivo”. Este enemigo era representado como un cáncer o una infección que iba propagándose por el tejido social, contagiando a todas las células. Era importante “extirpar”, por esto, las partes “contaminadas” del organismo. En el marco de este discurso, también se procuraba que las células del cuerpo, o sea, las familias, se protegieran de esa amenaza para evitar la propagación. Esta auto-protección, implicaba distintas cuestiones. Por un lado, frente a los embates de las ideas foráneas y extrañas al cuerpo, un fortalecimiento de la moral cristiana, y fundamentalmente, el reforzamiento de una jerarquía considerada natural, en la que el hombre-padre ocupa el lugar de la autoridad y la dirección, y la mujer-madre el del amor y el resguardo y transmisión de la tradición. Para conservar la integridad de esta unidad moral indisoluble, había que evitar el ingreso de las ideas “disolventes”, controlando, particularmente, a las “secciones débiles de la pared”, es decir, a los niños y jóvenes de la familia. Se consideraba que, por medio de ellos, se propagaba el virus de la “subversión” y los responsables de que esto no ocurriera eran, fundamentalmente, los padres. Por lo cual, era importante controlar a los hijos, y reforzar el contenido moral cristiano, ligado al verdadero “ser argentino”, de su educación. De lo contrario, y principalmente los jóvenes, se verían seducidos y engañados por el enemigo, por ejemplo, a través de las drogas y el sexo, recayendo en “desviaciones” como la prostitución, la homosexualidad, la locura y la delincuencia. Desde el Ministerio de Bienestar Social, se llevaron a cabo distintas iniciativas basadas en estos diagnósticos entre las cuales se destacan el fuerte control de los jóvenes y de los niños, la promoción de las relaciones intergeneracionales (niños y jóvenes con los ancianos) en desmedro de las relaciones intrageneracionales por considerarlas perjudiciales, la propaganda en contra de lo que llamaban la “amiga promiscua” y del “amor animal” a diferencia del “amor humano”, entre otras. En la ponencia se pretende dar cuenta de estas iniciativas estatales. María Florencia Osuna
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