El 10 de octubre de 1919 en la sala del cine Odeón de Bahía Blanca se reunieron en asamblea músicos, periodistas, profesionales y miembros de la elite tradicional local para constituir la Asociación Cultural de Bahía Blanca. Precedida únicamente por la breve experiencia fallida de la Sociedad Artística decimonónica, esta agrupación sentó las bases del asociacionismo cultural bahiense. Aunque el mayor desarrollo de las artes musicales en la ciudad durante las primeras décadas del siglo le otorgó a la música un lugar preponderante en sus fines y actividades, la plástica y la literatura fueron adquiriendo en ella cada vez mayor representación. Gracias a su iniciativa tuvieron lugar en la ciudad las primeras exposiciones artísticas de cierta magnitud y la venida de escritores de renombre como Alfonsina Storni, Joaquín V. González, Leopolgo Lugones, Juan Carlos Dávalos, Rafael A. Arrieta, Rodolfo Senet, Clemente Onelli, Arturo Capdevila, Leopoldo Longhi, Víctor Mercante y Pablo A. Pizzurno. La Cultural contribuyó, así, a dinamizar la vida cultural local mediante la activación de vínculos intelectuales y artísticos con Buenos Aires y algunas ciudades europeas así como a partir de la difusión entre los productores y el público bahiense de ideas, estilos y lenguajes gestados en estos centros. Esta tarea modernizadora llevada adelante por la Asociación consolidó la posición de Bahía Blanca como centro cultural de referencia para la región pero estuvo atravesada, a la vez, por prácticas “aristocráticas” -herederas de los clubes sociales de elite- que, durante la etapa comprendida entre 1919 y 1927, reforzaron una noción restringida del consumo cultural en tanto placer reservado al deleite a los sectores acomodados. El presente trabajo se propone analizar esta convivencia de los valores democráticos propios del asociacionismo moderno y de la voluntad de actualización artística de los incipientes profesionales de la cultura con las prácticas selectivas orientadas a construir la distinción en una sociedad caracterizada por su escasa antigüedad y su consecuente movilidad. De este modo, intentaremos dar cuenta de los matices, las particularidades y las contradicciones que ofreció el proceso de modernización cultural en un espacio local relativamente alejado de los centros nacionales donde las condiciones de profesionalización y de conformación de instituciones específicas resultaron limitadas por las posibilidades de consumo existentes y por las características del medio social en que se insertaron.